En la siguiente columna el autor nos presenta su visión acerca del derecho a voto bajo el contexto del Plebiscito que podría cambiar en forma definitiva la anquilosada Constitución de 1980, redactada en plena dictadura cívica militar y encabezada por Augusto Pinochet Ugarte y Jaime Guzmán Errázuriz.
Por Francisco Aguilar Palominos / Título original: «La delincuencia disfrazada de plebiscito genera terror en víspera de Hallowen»
Hoy escribo estas palabras con mucho pesar. Ciertamente, desconozco los sentimientos que brotan en miles de compatriotas al despertar por esta mañana y ver la destrucción que dejó las manifestaciones del 18 de octubre. Lo que sucedió el día de ayer, ya no se trata de las opciones plebiscitaria del “apruebo” o del “rechazo”, que se desarrollarán de forma cívica el 25 de octubre: se trata de delincuencia que se escabulle bajos estos hermosos ideales, para hacer de las suyas y atemorizar a la ciudadanía.
Considerando estos hechos, pienso que es necesario preguntarnos como ciudadanos, ¿esta destrucción es lo que deseamos conmemorar cada 18 de octubre? ¿Es lo qué significa el Estallido Social? Si la respuesta a estas interrogantes se inclina por el camino de la destrucción, no deberíamos conmemorar absolutamente nada, ya que el estallido social significa algo más profundo. Significa un despertar ciudadano, una conciencia política que se encontraba dormida, significa volver a posicionarnos en el poder constituyente originario, significa tomar las riendas de nuestro país y ya no delegar nuestras funciones. Porque somos ciudadanos activos en una democracia, significa supervisión de los poderes del Estado. Significa mucho más que vandalismo.
Ante estos hechos, considero que es justo y necesario cuestionarnos como nación si estamos preparados para enfrentar este Plebiscito, tanto de forma cultural y actitudinal: Cultural, ya que muchos sostienen o creen que la constitución viene a solucionar los grandes conflictos sociales que existen. Y puede ser que sea así, pero para implementar completamente una nueva constitución deben pasar alrededor de 10 años. Los constituyentes se seleccionarán por las normas actuales del SERVEL, es decir, que es muy difícil que sea elegido un independiente y los partidos políticos ya comienzan con ventaja, debido a su monopolio político, de educación y económico. Además, debemos agregar el gran desconocimiento cívico que presenta la ciudadanía, puesto que diezmaron la educación cívica y hace muy poco está volviendo a las escuelas. Y como docentes debemos cuestionarnos nuestra labor como formadores ya que, en ocasiones, se enseñan inclinaciones políticas y no la libertad de pensamiento.
Actitudinal-mente, hago referencia a nuestras conductas. ¿Qué sucederá si gana el apruebo? Los del rechazo, que salen a las calles a protestar con saludos nazis y fuertemente armados, tendrán la capacidad de respetar a los del apruebo y viceversa. Si gana el rechazo, ¿los del apruebo respetaran dicha victoria? Y sobre todo, los delincuentes respetarán o seguirán saqueando y quemando iglesias. Porque debemos ser claros, los actos de ayer fueron realizados por delincuentes y no por personas justas que luchan por un ideal político.
Sólo me queda invitarlos a reflexionar sobre su voto. No lo tomen a la ligera. No voten por una visión sesgada, por la inconformidad y la rabia hacia el Gobierno y autoridades. Tampoco por las soluciones rápidas y promesas sociales. Voten informados, conozcan las dos visiones, escuchen al otro, porque cuando creemos tener completamente la razón, es cuando más debemos dudar.
Vayan a votar, sin importar si es apruebo o rechazo. ¡Voten!, ya que ese voto significa el futuro de nuestros hijos/as, sobrinos/as, madre, padre y ancianos/as… No olviden que el derecho a voto fue secuestrado en este país por 17 largos años y tuvo la fortuna de volver en los noventas con el retorno a la democracia (a diferencia de los Detenidos Desaparecidos). Por tal motivo, los llamo a valorar esta instancia. Piensen en quienes tuvieron una mordaza y no pudieron expresarse con libertad en épocas pasadas: las mujeres, los analfabetos, los pobres en general, que simplemente no entraban a ser considerados en la lógica de un Estado Oligárquico.
No deseo ver arrepentimiento del pueblo chileno por no ejercer su derecho a voto, o la poca representatividad de una decisión que afectará a las futuras generaciones.