La remodelación de El Pretil reabre una serie de debates en torno al urbanismo en Copiapó y sobre todo del rol de los espacios verdes de la ciudad y la importancia de las zonas arborizadas. A continuación una columna de nuestra colaboradora Paloma Fernández Valdés al respecto.
Por Paloma Fernández Valdés
El Pretil, como elemento arquitectónico, es un murete de seguridad que se construye para evitar caídas o delimitar una zona, desde su nombre este parque no ha sido pensado en su magnitud, este pulmón verde representa un gran poder, un árbol que puede vivir hasta 500 años nos habla de la eternidad, de entender que la vida tiene tiempos más pausados, que la naturaleza tiene ciclos propios que no debemos olvidar.
Las ciudades ocupan un 3% de la superficie del planeta y consumen el 75% de sus recursos naturales, al 2050, el 68% de la población vivirá en ciudades, por lo tanto, es imprescindible buscar soluciones basadas en la naturaleza, como son los bosques urbanos que permiten: eliminar contaminantes nocivos, reducir el ruido, mejorar las temperaturas, mitigar los efectos del cambio climático, prevenir la erosión del suelo y las inundaciones, etc. Por eso la necesidad de cambiar la ciudad oscurecida por el asfalto a una ciudad más ecológica y con más áreas verdes resulta ineludible.
Cuando la municipalidad planifica su gestión, debe hacerlo pensando en el futuro y en cómo se lo aseguramos a nuestra niñez y para ello debemos implementar estrategias que contribuyan a un menor gasto energético, a potenciar las energías renovables y reducir la contaminación. Para lograrlo es necesario arborizar con el árbol adecuado en el lugar apropiado, promover las huertas orgánicas y comunitarias, convertir zonas abandonadas en espacios verdes, crear y fomentar empleos verdes, que permitan la sustentabilidad del sistema; otras medidas importantes que se deben fomentar son: la eficiencia del agua, reciclaje de aguas residuales, reutilización de residuos, compostaje para mejorar los suelos, etc.
Todo lo anterior requiere creatividad e iniciativa a nivel local con el ingrediente fundamental de la participación ciudadana, así como de su organización, de esta forma podremos convertirnos en una ciudad verdaderamente dinámica, sustentable y colaborativa que podría hacer frente a la crisis económica que nos atraviesa, por ello hoy resulta fundamental proteger el legado natural y patrimonial que significa nuestro pulmón verde “El Pretil”, así como sus añosos árboles, el pimiento como parte de nuestro patrimonio natural y cultural, los eucaliptus como dadores de sombra y refugio a animales, los jacarandá que embellecen nuestra comuna, así como toda la flora y fauna que debemos proteger.
El Instituto Terra ha devuelto el verde a la región de Aimorés, en el Estado de Minas Gerais, en Brasil, ha plantado 2,5 millones de árboles nativos en tierras erosionadas por la ganadería, recuperando su ecosistema original y Lélia Wanick, su fundadora, señala que esta experiencia podría replicarse casi en cualquier parte del mundo ¿Por qué no recuperar San Francisco de la Selva?
“De los árboles depende nuestra agua y nuestro oxígeno, son el hogar de todos” Sebastiao Salgado, La Sal de la Tierra.
En 2008 se creó el proyecto de reforestación y conservación del instituto Terra para re-plantar la selva brasileña cuyo proyecto ha sido ejemplar para todos los países que desean recuperar los bosques que han ido desapareciendo a causa de la mano depredadora del hombre y el cambio climático.