El poeta copiapino más político y punzante del siglo XIX

A mediados del siglo XIX un escritor llevó su literatura a denunciar los abusos del gobierno central y la administración local en contra de trabajadores y el pueblo. Sebastián Cangalla y Pepe Chiflón eran sus pseudónimos. Con su pluma apuntó a las autoridades interpelando el accionar abusivo.  

Por Víctor Munita / Foto: óleo «Apir» Ximena Aguilera

Pedro Díaz Gana, nació en Valparaíso en 1830, pero se sintió copiapino por lo que advirtió durante sus 36 años de vida – murió en 1867- y fue sin duda, el precursor de la poesía popular en Copiapó, según Pedro Pablo Figueroa.

Experto en literatura,  entendía su entorno político, lo que lo hacía enviar poemas y cartas  a los intendentes de Atacama entre 1845 a 1865, denunciando los pesares de los mineros y las acusaciones falsas hechas por tribunales y militares a los trabajadores que se manifestaban en 1851, 1857 y 1859, además poseía un gran talento que lo hizo escribir profusamente y fundar en 1859 el periódico El Tren.

Era bohemio, rebelde con el poder y aventurero,  esto lo llevó, junto a su hermano José Díaz Gana, descubridor del mineral de plata Caracoles en 1870, a explorar el desierto de Atacama de principio a fin. Gustaba de las fiestas, las reuniones sociales y el contacto con los trabajadores; eso sí, bastante retraído y de voz baja. En sus memorias decía que todos lo bromeaban por ser introvertido y no tenía más amigos que unos perros.  

Conocido por los pseudónimos de Sebastián Cangalla o Pepe Chiflón, y sin duda es el poeta distinto del s. XIX, el más punzante y arrojado frente al abuso del gobierno y los patrones mineros.

Pepe Chiflón: “Las trabas para la industria/y ese despotismo quiero/ejercer los despiadados/con los hombres indefensos/ya ves la farsa risible/de que se vale el gobierno,/divisando insurrecciones/hasta en horribles incendios;/llamas con la Fuerza Armada/nos provoca en su despecho/para derramar sin duda/la sangre de los chilenos”.

Sebastián Cangalla al intendente de 1851: “y como representante/de todos mis compañeros,/a usía digo que ha llegado a tal extremo/ la injusta persecución/que se sigue a nuestro gremio,/con multiplicadas multas/y tanto encarcelamiento,/que nos vemos obligados/a protestar de concierto/contra tan bajas medidas,/indignas de un buen gobierno./Ya no podemos, señor,/bajar ni un rato a este pueblo/a ver a nuestras familias/y a dejarles el sustento,/o a comprar lo que nos falta/en el mercado y comercio,/sin que nos tomen por vagos/o nos quiten cuatro pesos,/que ganamos con sudores/ y fatigas en los cerros”.

 

 

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