Un año del estallido social en Atacama, ¿qué sentí ese día?

A un año del estallido social en Atacama, son muchas las reflexiones que surgen. Dentro de la pluralidad de visiones, muchas veces el estar inmersos dentro de un fenónemo nos lleva a miles de sensaciones. Este texto nos lleva por el tránsito del Estallido Social, lo que se inició desde el 19 de octubre, a un día de la revuelta iniciada en Santiago.

Por Ass Kepshúp

Recuerdo el día que todo estalló en Copiapó, aquel 19 de octubre, el día más feliz.

Las barricadas encendidas al caer la noche en cada esquina del centro de la ciudad, luceros extendidos incluso más allá de los márgenes habituales de la protesta provinciana en Atacama.

Aquellas hogueras, en cuanto pasaba por cada una me preguntaba que tenían, porque la gente en vez de estar descansando prefería arriesgarse a mantenerse alrededor del fuego, en un abrazo violento por avivarlo.

La respuesta vino de a poco, entre fuego y fuego, pues la llama era sanadora, allí se quitaban los dolores en el calor de los anónimos y anónimas allí reunidas.

Si había un claro de tiempo para conversar con cada presente, hombre, mujer, joven o mayor, este hablaba de esperanzas y de sueños, de un futuro que gustaría de ser mejor, ya sea un anhelo individual o algún colectivismo mayor.

El pasado no era tema, lo importante era develar el futuro con antorcha en mano, correr el velo oscuro que oculta el luminoso porvenir.

Las hogueras eran fraguas de anhelos.

Tras la llama ojos despiertos, un calor bestial pero humano las azuzaba. No queda lugar en donde esconderse, la línea ígnea de la barricada es la frontera simbólica entre empezar a vivir o perecer 30 años más. Ahora visto desde la distancia del tiempo, ese día brilla mucho más.

Aquellas hogueras vienen a mi mente como luciérnagas trágicas tras la luz de los sueños. Así como aquel fuego abriga nuestras esperanzas, también hemos debido quemarnos en él. Las cientos de luces de aquella noche en el desierto, no parecían tan fuertes por si solas, pero unidas como grito de dignidad común floren quemándolo todo. El día más feliz, porque fue el día en que empezamos a vivir.

 

Fogatas de Sueños

Luciérnagas trágicas

Optimistas de la dignidad

El día más feliz

Fruto del odio

Sembrando esperanza

Ríos de sangre

Y siglos de robo

Tierra fértil

Para el encuentro

Perros verdes y azules

Muerden sin cesar

El amo asustado

Infringe la muerte

Amor contra fusil

Futuro contra balas

Fogata de sueños

Ojos despiertos

Tras la luz del fuego

En el día más feliz

El calor de los cuerpos

Pájaros danzantes

Que cantan libertad

 

Ass Kepshúp, el hermano negro de Ash que no fue entrenador pokemón, está algo paranoico y terminó asalariado en Copiapó.

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