El rubro turístico es uno de los más afectados por la inestabilidad del contexto mundial. Las restricciones en la movilidad son uno de los factores que más lo han determinado. Es tiempo de hacerse nuevas preguntas y retomar otras. Nuestro colaborador Luis Vicencio nos plantea: «¿qué tan viable es integrar a la actividad estos conceptos hoy? ¿es posible que estos factores se consideren en la planificaciones del mediano plazo y largo plazo? ¿nos enfrentaremos nuevamente a privilegiar la economía por sobre todo?¿qué tan postergados quedan los problemas que presenta la actividad desde su masificación?
Por Luis Vicencio, Cátedra UNESCO Patrimonio y Turismo Sostenible – Buenos Aires, radicado en Diego de Almagro, Atacama.
El rostro apaleado del turismo, uno de los tantos sectores sobrepasados por los importantes desafíos del último tiempo, sin duda ha acusado los golpes. Evidentemente, estallido social y pandemia le han proporcionado unos duros guantazos y aunque en esta columna obviaremos los números sanguinolentos de los últimos informes económicos, lo que no esquivaremos es el hecho de que en Chile los oferentes de servicio turístico no saldrán de esta difícil situación tan sólo con ejecutar los pasos del desconfinamiento, ni sólo haciéndole una finta a los rebrotes.
Emprender o mantener un emprendimiento es un súper desafío en la actualidad ya que las restricciones de movilidad, dificultades financieras y cuestiones sanitarias son temas centrales en el comercio y vitales para el desarrollo de la actividad turística, misma a la que no le queda otra opción para sobrevivir que recurrir a una ya tradicional característica chilena: la resiliencia.
¿Y cómo no? Si claramente es la actividad más expuesta y vulnerable a los resultados de eventos extremos coyunturales, como desastres naturales o como esta crisis sanitaria de la COVID-19…y es que viviendo en el país que vivimos estos riesgos se multiplican.
Esta dura travesía implica tener espaldas financieras para soportar el nivel CEROde actividad existente desde marzo y también tener el aguante suficiente para la difícil situación que se arrastra desde el último trimestre del 2019, implica invertir para integrar a su funcionamiento los cambios requeridos por los protocolos de reapertura, implica probablemente tratar de acceder a alguno de los programas de ayuda de gobierno e implica esperar a que un posible estallido social 2.0 no signifique alargar la agonía o peor aún terminarla, entendiendo que esto último significa en realidad bajar la cortina y dedicarse a hacer otra cosa. A pesar de ello, varios de los emprendedores turísticos locales se muestran resilientes y proactivos trabajando ya para sus futuras reaperturas.
Esto trae consigo interesantes desafíos, pues la confianza y seguridad de los viajeros marcarán más que nunca sus preferencias. Así, se enumeran factores relevantes a considerar como: la adaptación a los nuevos intereses de los visitantes, las reducciones en la intensión de gasto, la profesionalización e integración de los medios digitales al servicio ofrecido, por nombrar algunos.
Mientras, surgen voces de especialistas que ven en estas circunstancias una buena oportunidad para poner en la mesa temas que vienen demandando creciente atención, pero que sin embargo, cuesta que penetren en las estructura normalmente rígida de la trenza economía – estado – sociedad; esto es: La sostenibilidad (sostenibilidad en serio).
La accesibilidad universal y los temas de género, encabezan una serie de aspectos que ojalá encuentren espacio en la actividad post crisis (para profundizar usted podría buscar los 17 objetivos de desarrollo sostenible que indica la ONU, por ejemplo) no sólo promovida por los oferentes del turismo, sino como una visión para la nueva cotidianidad, también ejercida por los turistas e idealmente impulsada por el Estado. Evidentemente tendremos visitantes más exigentes en varios de estos temas.
Pero esto nos lleva a otras preguntas: ¿qué tan viable es integrar a la actividad estos conceptos hoy? ¿es posible que estos factores se consideren en la planificaciones del mediano plazo y largo plazo? ¿nos enfrentaremos nuevamente a privilegiar la economía por sobre todo?¿qué tan postergados quedan los problemas que presenta la actividad desde su masificación? Lo urgente suele postergar lo importante y claro que hoy hay urgencias.
En estos tiempos se plantean más que nunca reflexiones sobre si vamos en la dirección correcta, porque hay que dejar establecido que el turismo, en general, está lejos de ser una actividad inocua y como cualquier acción humana deja su huella.
Así entonces, es de esperar que este nuevo pensamiento crítico que se manifiesta en estos días, exija que se adopten nuevos rumbos, para tener una mejor actividad turística, mejores ciudades y por supuesto un mejor país que vivir, disfrutar e invitar a conocer.