Más allá de las explicaciones técnicas en cuanto a lo netamente biológico o agrícola que pueden justificar la tala o no de un árbol, hay una dimensión más profunda en el proceso del pretil, que es la participación ciudadana y el ejercicio democrático. En la siguiente columna el sociólogo Octavio Echeverría nos plantea esta cuestión y nos dice: «El proyecto nace viciado al no contemplar un proceso de democratización de las decisiones sobre sí mismo, lo que termina por cubrir de ilegitimidad el proceso y su futuro resultado».
Por Octavio Echeverría Alfaro, sociólogo
-Bueno señor Alcalde, que aprendió ud. durante el Estallido
-... bueno, aprendí que debo cortar árboles y no tomar en cuenta a la gente.
Estos últimos días han estado cargados, pero que muy cargados, a la pandemia que nos azota, al estallido que continua latente y al mal gobierno que tenemos, se le suma la carga en Copiapó el inicio de la remodelación del Parque El Pretil, proyecto muy deslegitimado en su origen y que comenzó sus obras haciendo lo peor que podía hacer: cortar árboles. Según la Encuesta Nacional de Derechos Humanos del 2018, se evidenció que en base a la percepción ciudadana el derecho humano más vulnerado en la región es el derecho a vivir en un medio ambiente limpio, sano y digno (la única región que marcó aquel resultado); pues bien, en una ciudad altamente contaminada y desértica son sus escasos árboles, y río las fuentes más grandes de su imaginario de defensa medioambiental.
¡Dos dedos de frente para ver que el conflicto se iba a desatar! ¿Por qué? Pues porque absurdamente no hubo participación, tuvo muy mala divulgación entre la comunidad y escaso poco debate; más aún, el Alcalde el día lunes en un punto de prensa realiza declaraciones paupérrimas, demostrando poco manejo en cuanto a participación ciudadana y democracia, argumentando que aquello demora mucho, que es muy difícil llegar a acuerdo(hay tres toneladas de manuales y metodologías que precisamente evitan demoras y buscan los acuerdos), que vimos lo que paso en la consulta ciudadana de diciembre (WTF! ¿Qué tiene que ver? Son cosas muy diferentes en realidad). En base a esto último, me quiero referir a qué es la participación ciudadana en un proyecto social y por qué es tan importante. Otro día, si el Covid o el teletrabajo lo permiten, escribiré sobre las variables ecológicas y el aprovechamiento político de cierto nefasto personaje (“y a ti como te gustan”), que mediante una acción judicial busca plantar su campaña municipal.
Contar con mayor participación de actores sociales interesados/as y comprometidos/as, es una condición necesaria para hacer que los proyectos, de cualquier índole, sean sustentables en el tiempo. Todo proyecto de desarrollo que implique la dimensión social debe tener presente en qué comunidad se inserta. Esto se refiere al grupo humano que comparte un territorio y genera sistemas de vida, consolidando relaciones sociales, económicas y culturales. Lo que significa forjar tradiciones, intereses comunitarios y sentimientos de arraigo. Sólo al incluir a la comunidad en el desarrollo del proyecto, es más probable que ésta se apropie del producto y los resultados, los use, disfrute y cuide.
Participación ciudadana, problema de raíz
La participación ciudadanaconsiste en el involucramiento activo de los ciudadanos y las ciudadanas en los procesos de toma de decisiones que tienen repercusión directa o indirectamente en sus vidas. El concepto participación ciudadana alude a un encuentro entre al menos dos conocimientos, puntos de vista o formas de aprender la realidad: los de los/as ciudadanos/as y los de sus contrapartes técnicas e institucionales. Usualmente este encuentro se da entre el conocimiento técnico y el conocimiento sobre las necesidades y usos cotidianos. Por lo tanto, la participación supone tanto el reconocimiento del otro y de su saber o experiencia, como elementos necesarios para el logro de los objetivos que se espera alcanzar. Es un proceso mínimo de democratización en la toma de decisiones.
Debemos entender el desarrollo de un proyecto como una intervención que tiene (o aspira a tener) un efecto, directo o indirecto, inmediato o posterior, en las condiciones y calidad de vida de la población. Es por esto que cualquier proyecto en sus distintas fases genera externalidades, ya sean positivas o negativas, y es en torno a estos efectos o consecuencias, en donde usualmente se encuentran los intereses de actores públicos, privados, y de toda la comunidad en general. Esta área, en este tipo de cuestiones, sobrepasa los argumentos técnicos.Entonces, para que un proyecto social sea más amplio, en el sentido de resolver conflictos y construirse con mayor legitimidad, es necesario que contemple la participación democrática e igualitaria de los/as distintos/as actores sociales del territorio.
El diseño de la participación ciudadana está construido en torno a responder la pregunta que todo proyecto con implicaciones sociales debe responder:¿Cómo lograr explicitar la diferencia y construir compromiso?En esta pregunta están contenidas, la identificación y la explicación de los conflictos y disensos, junto con la necesaria construcción de consensos y compromisos que permitan construir respuestas y soluciones desde la participación social.
De esta manera el ejercicio democrático permite la gestión de los posibles conflictos y sus soluciones. En este plano existen dos tipos de conflicto: el primero, que algunos autores llaman “conflicto bloqueador”, es aquel donde no hay disposición a la cooperación, sino más bien se busca la ruptura y la imposición de unos intereses por sobre los demás, mediante la afirmación de posturas indeclinables; y el segundo, el “conflicto productor”, es aquel donde, aunque las divergencias sean fuertes, existe la disposición al diálogo cooperativo con el objetivo de llegar a una salida diferente de la inicial y de las esperadas por las partes.
El núcleo de un proceso participativo que adhiera a estos principios de gestión de conflictos y compromisos, se encuentra en la función pedagógica que tiene la mediación en la construcción colectiva de diálogos y decisiones. La función pedagógica articula la gestión de los conflictos y los compromisos permitiendo el puente desde los posibles bloqueos hacia las posibilidades de producción de acuerdos. En este marco se diseña la participación ciudadana del proyecto, en base a una socialización efectiva que permita mediante la función pedagógica desbloquear los posibles nudos, construyendo así utilidad y uso social compartido, entre los distintos actores con intereses relacionados, con miras a la formulación de un plan de gestión y gobernanza participativa marcada por el cambio climático, la sustentabilidad ecológica, la identidad, el patrimonio y la búsqueda de alternativas de desarrollo local y nacional.
El problema central, no se vaya “por las ramas”
Finalmente, el problema no son los árboles podridos o no podridos, más o menos cemento, sino que una vez más la naturaleza es la mera la víctima. El proyecto nace viciado al no contemplar un proceso de democratización de las decisiones sobre sí mismo, lo que termina por cubrir de ilegitimidad el proceso y su futuro resultado, exponiendo claramente un ejemplo de conflicto bloqueador provocado por la mala gestión política desde la Ilustre Municipalidad y su Honorable Concejo. No digamos que el conflicto no se vio venir o que se produce por un sector político solapado en la ciudadanía pretendiendo la desestabilización municipal. Esas son palabras propias del tirano de Santiago.Esto es algo que se planteó con antelación desde distintas voces, más solo ha encontrado sorderas el Municipio. Entendamos de una vez por todas que los desafíos ecológicos, patrimoniales y políticos venideros exigen Democracia Participativa, Discusión Igualitaria con Planificación Territorial y Urbana.
Aún se está a tiempo de enmendar el rumbo, de generar un conflicto productor, se debe replantear la ejecución del proyecto, incorporando las siguientes acciones a la brevedad:
- Divulgar y comunicar de que se trata el proyecto y los alcances de sus distintas etapas a toda la comunidad copiapina, entendiendo que El Pretil es un lugar de apropiación general. El más grande sitio de esparcimiento popular y el pulmón verse de nuestra árida ciudad.
- Democratizar los alcances, efectos, usos y gestión humana (conflictos y compromisos) del proyecto dentro de la comunidad y actores involucrados. Entendiendo labor pedagógica política de la participación ciudadana y comunitaria como ejercicio de reconocimiento y democratización de las decisiones, que a través del dialogo y el consenso permiten generar comunidad y dignidad.
- Catastrar los usos sociales y culturales que se dan en el parque. Además de identificar su significancia e identidad para la comunidad afín de potenciar ese imaginario y no uno alejado de la comunidad.
- Realizar y publicar un catastro de especies animales que hacen del parque su hábitat y como estas se verán afectadas. Además de generar todos los insumos demandados por la ciudadanía para una toma de decisiones informada y sabia.
- Construir una propuesta de gestión y gobernanza participativa futura para el proyecto.
Que la democracia participativa sea una obligación política ética para toda acción y proyecto social de aquí en adelante para el municipio.