La psicóloga Elizabeth Suárez nos advierte sobre los riesgos de la pandemia para la salud mental de jóvenes. Sobre todo cuando complicaciones detonadas a partir de hechos conyunturales pueden llevar a decisiones extremas. «Las medidas de confinamiento prolongadas pueden aumentar el riesgo suicida entre la población en general, siendo, aún más preocupante entre los jóvenes, debido a que es un periodo de la vida complejo, en que las personas están configurando su personalidad e identidad, donde la amistad es fundamental para su desarrollo afectivo y social sano», nos dice la experta.
Por Elizabeth Suárez Psicóloga, Investigadora Predoctoral Universidad de Barcelona Grup de Recerca en Victimització Infantil i Adolescent (GReVIA)
El suicidio juvenil es un tema que domina la actualidad y que ha sido reconocido a nivel mundial como un problema socio-sanitario grave, tanto por el número elevado de casos, como por el impacto que provoca en los propios afectados, sus allegados y, en última instancia, en la sociedad en general.
Cada año, aproximadamente un millón de personas muere en el mundo por suicidio, lo cual supondría aproximadamente una muerte cada 40 segundos, de acuerdo a lo informado por la Organización Mundial de la Salud (1). No obstante, la relevancia del suicidio como problema de salud global se aprecia más claramente si se analizan los datos epidemiológicos de los diferentes grupos de edad por separado. De esta manera, el suicidio a nivel mundial se encuentraentre las tres primeras causas de muerte en el grupo de edad comprendido entre los 15 y los 44 años, pasando a ser la segunda causa de muerte entre los 10 y los 24 años de edad, así lo indica el Instituto Nacional de Estadísticas (2).
En este sentido, hay que destacar que sólo están siendo consideradas las muertes por esta causa, dado que, si se tuvieran en cuenta los intentos de suicidio, las cifras de incidencia serían todavía mayores (entre 10 y 20 veces por cada suicidio) (OMS).
Los factores asociados a la conducta suicida juvenil que cuentan con mayor evidencia empírica son la ideación suicida e intentos de suicidio previos(3)y un historial de autolesiones (4),como también lo sería el fácil acceso a métodos letales(5), (6).Con relación al género, tal como se ha señalado en la mayor parte de los países donde se ha estudiado el fénomeno del suicidio, las chicas presentan tasas de ideación suicida e intentos de suicidio entre tres y cuatro veces mayores que los chicos, mientras que la muerte por suicidio es entre dos y cuatro veces mayor en los hombres(7).Otros factores comúnmente descritos en el ámbito suicidológico son la impulsividad y el inicio de trastornos psiquiátricos y abuso de sustancias. El 90% de los jóvenes con conducta suicida, presentan al menos un trastorno psiquiátrico en el momento del intento o la muerte por suicidio(8).Específicamente, la presencia de sintomatología depresiva aumenta el riesgo en ambos sexos y se ha observado que los trastornos depresivos están presentes entre el 49% y el 64% de los casos(9).Así también, los antecedentes psiquiátricos y de suicidios en la familia se han asociado a una mayor presencia de conducta suicida en población infanto juvenil(10).
Las medidas de confinamiento prolongadas pueden aumentar el riesgo suicida entre la población en general, siendo, aún más preocupante entre los jóvenes, debido a que es un periodo de la vida complejo, en que las personas están configurando su personalidad e identidad, donde la amistad es fundamental para su desarrollo afectivo y social sano, por lo cual con las medidas de distanciamiento social, puede quebrantar emocionalmente a los jóvenes, al ver reducido el contacto con sus amigos. Si además agregas a esta situación, poco apoyo emocional por parte de los padres para enfrentar esta situación, sumado a las complejidades sociales, aumentas el riesgo. Así lo ha subrayado, por ejemplo, la Fundación Española para la Prevención del Suicidio y la Sociedad Española de Suicidología, indicando que la reclusión prolongada en casa, puede fomentar los problemas de salud mental, aumentando los cuadros de ansiedad, depresión o estrés. Asimismo, puede verse un aumento de problemas interpersonales, como los malos tratos o ser testigo de violencia al interior de sus hogares. Todo lo anterior, son factores que pueden precipitar conductas suicidas. Estas instituciones señalan además que las medidas de reclusión pudiesen aumentar la ideación, los intentos o las propias muertes por suicidio en personas con vulnerabilidad o con presencia de factores de riesgo asociados a la conducta suicida.
Por consiguiente, es recomendable mantener abierta la comunicación con los hijos e hijas, debemos mantener la cercanía y la disponibilidad de escucharlos.El primer desafío para los padres puede ser lograr que cumplan con las pautas de distanciamiento social, debido que para los adolescentes y los adultos jóvenes, los amigos son muy importantes y se supone que deben serlo, es decir, establecer vínculos con sus compañeros es una de las tareas esenciales de desarrollo de los adolescentes. También es recomendable, que los padres o cuidadores principales sean más flexibles con las reglas sobre el tiempo dedicado a las redes sociales, por ejemplo, ayudará a compensar el tiempo de socialización perdida con la suspensión de las clases.
Es importante cuidar y proteger la salud mental durante esta crisis. Sobre todo, para prevenir un fenómeno, que hoy en Chile es la segunda causa externa de muerte en los jóvenes entre 10 y 19 años, con una tasa de suicidio de ocho por cada 100 mil jóvenes. Por tanto, es relevante que a nivel gubernamental haya una consideración de las medidas no solo en términos de abordaje de la pandemia del coronavirus, sino también a la luz de las consecuencias en términos de salud mental y posible riesgo suicida que puede tener la población más vulnerable.
Referencias bibliográficas
- Organización Mundial de la Salud (OMS) (2014). Prevención del suicidio. Un imperativo global. Recuperado de http://www.who.int/mental_health/suicide-prevention/world_report_2014/es/.
- Instituto Nacional de Estadísticas (INE) (2017). Estadísticas de Defunción por causa de muerte 2016.Madrid: Instituto Nacional de Estadística. Recuperado de: http://www.ine.es
- Nock, M. K., Borges, G., Bromet, E. J., Alonso, J., Angermeyer, M., Beautrais, A., … Williams, D. (2008). Cross-national prevalence and risk factors for suicidal ideation, plans and attempts. British Journal of Psychiatry, 192(2), 98–105. doi.org/10.1192/bjp.bp.107.040113
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- Hawton, K. (2007). Restricting access to methods of suicide: Rationale and evaluation of this approach to suicide prevention. Crisis, 28(S1), 4-9. doi.org/10.1027/0227-5910.28.S1.4
- Nock, M.K., Green, J.G., Hwang, .I, McLaughlin, K.A., Sampson, N.A., Zaslavsky, A.M., & Kessler, R.C. (2013). Prevalence, correlates, and treatment of lifetime suicidal behavior among adolescents: results from the National Comorbidity Survey Replication Adolescent Supplement.JAMA Psychiatry, 70 (3), 300-10. doi.org/10.1001/2013.jamapsychiatry.55
- Bridge, J. A., Goldstein, T. R., & Brent, D. A. (2006). Adolescent suicide and suicidal behavior. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 47(3–4), 372–394. doi. org/10.1111/j.1469-7610.2006.01615.x.
- Steele, M. M., & Doey, T. (2007). Suicidal behaviour in children and adolescents part 1: etiology and risk factors. Canadian journal of psychiatry, 52(6), 21S. Recuperado de:https://pdfs.semanticscholar.org/c5a2/6fcd3bce3d84cf7d66a4c173d87b876515c9.pdf
- Anseán, A. (2014). Suicidios: manual de prevención, intervención y postvención de la conducta suicida. Fundación Salud Mental España. Madrid, España.