El curioso culto al detalle cuando se cuestiona el boicot a la PSU

En el siguiente artículo el escritor Vicente Rivera nos enfrenta a las reflexiones sobre las medidas de la ACES. ¿Cuáles son algunos de los aspectos argumentativos que se enfrentan ahí? Rivera nos plantea: «el tema de fondo es que  creo profundamente en la necesidad de un poderoso suelo argumentativo para hacer frente a una institucionalidad política degradada, que lanza ataques prácticamente personalizados en vez de proponer transformaciones que apunten a resolver la crisis social que se manifiesta como revuelta». Te invitamos a leer este interesante punto de vista.

Por Vicente Rivera Plaza / Foto destacada: Radio Universidad de Chile 

«La extrema forma de poder es la de todos contra uno, la extrema forma de violencia es la de uno contra todos. Y esta última nunca es posible sin instrumentos».

Hannah Arendt.

Es interesante observar el debate en torno a las acciones de boicot desplegado fundamentalmente por las ACES y la enconada respuesta institucional contra sus voceros y referentes. Me detengo en este punto dentro de los distintos acontecimientos que van configurando esto que llamamos estallido social, porque opera como un indicador de las condiciones subjetivas en las que se desarrollan los hechos.

Concediendo, sin debate previo (procedimiento de alto riesgo), que efectivamente hay violencia en los actos de boicot desplegados por las ACES, que en consecuencia hay una irracionalidad tremendamente dañina para el movimiento social y sus “justas demandas”, considerando que esa violencia se fragua desde el primer día del estallido social. Estaríamos frente a casi 3 meses de una destructiva y dañina articulación de la violencia que se pone en evidencia con la extrema y desmesurada medida de boicotear la mentada PSU.

Si frente a este escenario vemos la arremetida institucional contra las acciones de las ACES y su vocería, con toda una campaña comunicacional de por medio que insiste en condenar categóricamente tan “desalmada, abusiva, golpista, manipuladora y prepotente” acción, sin aplicar la misma rigurosidad de los criterios para analizar, enjuiciar y responder ante el ejercicio de la violencia institucional. Entonces se puede leer “cierta intencionalidad” en las declaraciones y acciones de todo el aparataje institucional frente al boicot a la PSU. Pero no nos sintamos particularmente lucidos por esta “revelación” pues se supone que “Chile despertó”, es decir todos nos damos cuenta de esta situación  y sabemos que es parte de la respuesta obvia que articulará todo grupo que busque conservar el poder y sus privilegios.

Sin ir más allá de aquella “cierta intencionalidad”, lo que me asombra es el exceso de rigurosidad con que  se cuestiona, de parte de quienes dicen reconocer la legitimidad de las demandas ciudadanas, las acciones ejercidas por la ACES. No deja de sorprenderme que un grupo importante de opiniones de estos “aliados”, cuestionan públicamente el proceder de  la asamblea coordinadora de estudiantes secundarios. Y el tema aquí no es que la coordinadora no pueda ser cuestionada, o que no incurra en errores, ya que el mismo vocero lo reconoce  «Somos estudiantes qué nos organizamos a nivel nacional, que hemos tenido aciertos y también bastantes errores»[1]el tema de fondo es que  creo profundamente en la necesidad de un poderoso suelo argumentativo para hacer frente a una institucionalidad política degradada, que lanza ataques prácticamente personalizados en vez de proponer transformaciones que apunten a resolver la crisis social que se manifiesta como revuelta, estallido y boicot, que insiste en inventar a punta de posverdad y publicidad un “enemigo poderoso” en vez de pensar las reales causas del conflicto. Una institucionalidad perversa, egoísta y ensimismada que se forjó sobre la lógica de poner la carreta delante de los bueyes y que transforma el medio en objetivo, de allí su perversión en tanto prefieren legislar en contra de “el que baila pasa” y  regular el derecho a reunión de los ciudadanos, con el propósito de “resguardar la vida y la seguridad de los ciudadanos” mientras le niegan el derecho al elemento vital restringiendo el derecho al uso público del agua.

El asunto es que ese suelo requiere de aquellas mentes pensantes, que leen con agudeza y afán crítico el desarrollo de los hechos, pero que lamentablemente pecan de lo que Frantz Fanon denomina un “curioso culto por el detalle” cuando cuestiona y describe ciertos procedimientos del “Intelectual colonizado” escribiendo:

La inserción del intelectual colonizado en la marea popular va a demorarse por la existencia en él de un curioso culto por el detalle. No es que el pueblo sea rebelde, si se le analiza. Le gusta que le expliquen, le gusta comprender las articulaciones de un razonamiento, le gusta ver hacia dónde va. Pero el intelectual colonizado, al principio de su cohabitación con el pueblo, da mayor importancia al detalle y llega a olvidar la derrota del colonialismo, el objeto mismo de la lucha. 

Y no es que sea un profundo y convencido lector de Fanon, aclaro, pero me hace sentido esta crítica entre otras que articula el pensador argelino en Los condenados de la tierra, que a demás creo sería una lectura valiosas para ciertas facciones “más radicales” que abusan de una retorica incendiara y combativa sin una crítica  dentro del grupo de personas que se sienten parte de y/ o comulgan con las demandas del movimiento.

Por otra parte es preciso comprender el peligro de cierta retorica que inventa una épica alucinada con respecto a las posibilidades reales de hacer frente desde la violencia al pesado aparataje del establishment. En ese sentido y a contrapelo de Fanon me parece relevante el siguiente pasaje del libro Sobre la Violencia de Hanah Arendt:

La rareza de las rebeliones de esclavos y de las revueltas de los desheredados y oprimidos resulta notoria; en las pocas ocasiones en que se produjeron fue precisamente una “loca furia” la que convirtió todos los sueños en pesadillas. En ningún caso, por lo que yo sé, ha sido la fuerza de estos estallidos “volcánicos,” en palabras de Sartre, “igual a la presión ejercida sobre ellos”. 

No me interesa con esta reflexión y las citas referenciadas establecer una guía de acción o decir qué es lo que hay que hacer como directriz y agenda del movimiento social. Pero no abandono la intención de evitar  cierta actitud moralista, que a veces opera como una “caza de brujas” y que coquetea peligrosamente con el fascismo dentro del heterogéneo conglomerado que nos reúne en el descontento y la desobediencia, tanto en el ala más mesurada como en la más radical. Digamos que es más bien una interpelación a lo que no es conveniente hacer cuando nos encontramos con un estado débil frente a los abusos del empresariado y excesivamente poderoso frente a los acometidos de la sociedad civil. Es de todas maneras un llamado a cuidar el movimiento y a cuidarnos entre nosotros mismos. Y es que como escribió un buen amigo poeta “no estamos para mezquindades” y atentos, porque en estas ocaciones es cuando se presenta el susurro de cierta voz mesiánica que parece hablar desde la generosidad y el sacrificio por el otro y no es más que el grito de un ego acomplejado.

Pdt: Considérese el presente texto como un ejercicio personal que deseo compartir a propósito de un robo en que perdí muchísimo material escritural de estas características trabajado por años y que jamás logre compartir. Y esto sí, bajo la siguiente convicción:   creo necesario poner en aprietos nuestros propios procedimientos críticos, con el propósito de exigirnos a nosotros mismos la rigurosidad que se le exige a quienes están poniendo en aprietos mediante acciones concretas nuestras normalizadas lógicas de sumisión y obediencia a un poder que por años nos ha estafado, mentido y reprimido sin ningún otro propósito más que la conservación de sus privilegios y la normalización del abuso de poder bajo la excusa del cuidado.

[1]https://pousta.com/victor-chanfreau-entrevista/?fbclid=IwAR2diCMLq1fzS_VfmCQdWJvwjxBpM6dh5vsayTo7ipOn2bxdsOy0_-c0Knw

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