En la siguiente columna, nuestra colaboradora Constanza Ossandon hace un llamado de atención ante las desapariciones de mujeres que continúan, en que el Estado no está actuando como es debido y donde se suma el tratamiento morboso por parte de los medios de comunicación, que al igual que relativiza los derechos humanos, también relativiza los contextos de las desapariciones de chilenas.
Por Constanza Ossandon
A pesar del revuelo mundial que obtuvo la performance de la colectiva feminista Las Tesis donde se enfatizó que la agresión hacia una mujer no responde a la vestimenta o el lugar donde ésta se encuentre, los medios de comunicación masivos siguen en la misma línea editorial del presidente: ciegos, sordos y mudos.
El día 03 de diciembre, en pleno estallido social Claudia Agüero, mujer de 34 años salió en dirección al paradero que le permitiría llegar a su destino laboral, sin embargo esto nunca se concretó y hasta la fecha se desconoce su paradero.
Treinta días han pasado desde su desaparición y para el matinal bienvenidos es tiempo suficiente para empezar a especular con los antecedentes existentes y aprovecharse una vez más del dolor de una familia para aumentar su rating televisivo, tal como lo ha hecho en los casos más brutales de violencia patriarcal televisada como la agresión a Nabila Rifo, la desaparición y posterior muerte de Fernanda Maciel o las mujeres de Copiapó.
Una vez más se intenta mostrar una imagen de apoyo a las víctimas y de ayuda en cuanto a la difusión de la noticia. Sin embargo, no podemos dejar pasar que el abordaje del tema carece de perspectiva de género o sentido común incluso, puesto que las preguntas apuntan a cuestionar el rol de la víctima, respecto a “dónde estaba, y como vestía”.
Mientras la hermana de Claudia narra los hechos ocurridos y el acoso que vivía su hermana por parte de su jefe, el panel indaga si efectivamente se constituía o no en ello con preguntas del tipo “¿pero ella estaba cómoda con los mensajes? Y ¿qué decían los mensajes? ¿Cuándo empezaron estos mensajes?” entre otras que buscan deslegitimar un testimonio real de acoso. Porque no importa que dijera el mensaje, o cuando iniciaron, lo que importa es que Claudia los significo como un acoso y hostigamiento y así lo relato hacia su familia en búsqueda de apoyo y contención.
Pero los medios de comunicación se centran nuevamente en el uso indiscriminado de los antecedentes existentes para la investigación. Responsabilizando incluso a las familias respecto de la imprecisión al entregar antecedentes y no al estado negligente en las políticas preventivas para la violencia de género que sufrimos las mujeres por el solo hecho de ser mujeres, y la escaza capacidad de dar respuesta frente a la desaparición de éstas por parte de brigadas de búsquedas y fiscales a cargo.
¿Cómo es posible que durante el año 2019 desaparecieran 3 mujeres como mínimo a lo largo de nuestro país, y que a la fecha 2 de ellas aun no tengan paradero y una de ellas haya sido encontrada por una geóloga y no los equipos de búsqueda?
¿Cuántas mujeres más tienen que desaparecer para que el estado se responsabilice de su negligencia en garantizar los derechos mínimos a las mujeres chilenas?
En Chile, las mujeres desaparecen y el estado se desliga de su búsqueda. En Copiapó hemos visto como la familia de Catalina sigue movilizada en la búsqueda del cuerpo de su hija, mientras la policía de investigaciones reprime a las y los ciudadanos que se movilizan por un país mejor.
Como mujeres, no debemos permitir que este estado continúe violentándonos y debemos seguir tejiendo redes de rebeldía que nos permitan sentirnos protegidas y resguardadas.
Al terminar de escribir esta columna, aun no se tienen antecedentes del paradero de Claudia, por lo que sí tienen mayores antecedentes agradecemos entregarlos en el teléfono 9 7744 2187, o bien al fono 134 de la Policía de Investigaciones o 133 de Carabineros.